EL ”BAUTIZO EN LENGUA DE SIGNOS”
¿Tienes un signo en Lengua de Signos?
En la comunidad sorda para referirnos a una persona usamos su signo propio, que se habrá establecido en el conocido como “bautizo en lengua de signos”.
Si cada vez que hablamos de alguien tuviéramos que deletrear su nombre, por ejemplo Juan, sería complicado porque puede haber muchos Juanes por lo que habría que explicar además qué Juan es para caer de quien estamos hablando.
Poseer un signo propio facilita y agiliza la comunicación, además nos permite identificarnos con una comunidad, la comunidad sorda, y con sus valores y rasgos socioculturales.
A las personas sordas les ponen un signo cuando son bebés, normalmente se lo ponen sus padres y a veces pueden heredar un signo familiar.
Pero cuando aprendemos lengua de signos de mayores nos lo tienen que poner.
¿Quién nos pone el signo propio?
El signo personal lo pueden crear diferentes personas: los padres, amigos, pareja, en el colegio, el puesto de trabajo, etc.
Este ritual tiene lugar en el momento en el que la persona empieza a formar parte de la comunidad sorda, por ejemplo en un trabajo donde haya personas sordas, serán tus compañeros sordos quienes te pongan un signo. Otra situación típica donde te ponen un signo es cuando realizas un curso de lengua de signos por primera vez, el profesorado suele hacer esta actividad en los primeros días de clase y es el mismo alumnado quien va asignando los signos a sus compañeros.
Un signo personal dice más de nosotros que un nombre. Se forma a partir de algo que nos hace únicos y diferentes a los demás. Para encontrar un signo que identifique a una persona hay que profundizar en su personalidad, averiguar algo característico que la defina. Hay que dedicar tiempo a conocerla, conceder un signo es un acto de atención, amistad o amor.
¿Qué se tiene en cuenta para asignar un signo personal a alguien?
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Apariencia física: forma de su cabello o peinado (pelo rizado, con flequillo, con coleta); si tiene algún lunar peculiar; utilización de piercing; si tiene gafas; forma de su rostro (cara redonda, con mofletes), etc.
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Carácter (despistado, llorón, simpático, dormilón, etc.).
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Su lugar de nacimiento o procedencia: cuando éste es peculiar, como es otra ciudad o país (Francia, Bilbao, etc.).
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Su profesión (panadero, pintor/a, etc.).
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Aficiones (ajedrez, sellos, viajar, baloncesto, tenis, etc.).
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Nombres o apellidos con signo ya establecido (Violeta, Iglesias, Rosa, Blanca, Nieves…).
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Forma de vestir (pendientes largos, pañuelo de cuello, muchas pulseras…).
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Costumbres o hábitos (juntar las manos, tocarse una ceja).
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Nombre de Santo: los santos más conocidos u otros personajes bíblicos tienen signo y las personas así llamadas pueden adoptar éste (Pedro, Ángel, Jesús, Jose, María, etc.).
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Herencia: al igual que ocurre entre las personas oyentes, algunas personas «heredan» el signo personal de algún familiar.
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Dactilología: Otra de las posibles formas de «bautizar» a una persona en LSE es utilizando la inicial de su nombre o apellido combinándolo con alguno de los recursos anteriores. Por ejemplo: Si Lourdes tiene el pelo rizado, su seña podría ser el signo de su inicial (L) describiendo la caída de los rizos.
A la hora de presentaros en lengua de signos, el orden es el siguiente: primero se hace el signo y después se deletrea el nombre. Cuando no te conocen suelen preguntarte por qué te han puesto ese signo por lo que es algo común tener que explicarlo.
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